Primavera
30 jun 2009
29 jun 2009
28 jun 2009
27 jun 2009
Vidriera a contraluz
Vidriera a contraluz
Año 1981. Acrílicos sobre cartulina. 69,5 x 49,5 cm.
colección M.M.R y L.O. Vigo
Etiquetas:
Acrílicos s/papel,
año 1981,
En colecciones,
Formato pequeño
25 jun 2009
24 jun 2009
Barandilla III
Barandilla III
año 1981, acrílicos sobre tela. 146 x 114 cm.
reproducido: catálogo Amando en Soutomaior.
Etiquetas:
Acrílicos s/tela,
año 1981,
Formato medio
23 jun 2009
22 jun 2009
21 jun 2009
20 jun 2009
19 jun 2009
Tierra germinal
Tierra germinal
1998. acrilicos y grafito s/papel, 22,8 x 16,3 cm.
colección particular M.C. F.F., Vigo
Etiquetas:
Acrílicos s/papel,
año 1998,
Dibujos,
En colecciones
Nuestra morada
Nuestra morada
1999. acrilicos y grafito s/papel, 22,8 x 16,3 cm.
colección particular M.C.F.F., Vigo
Etiquetas:
Acrílicos s/papel,
Año 1999,
Dibujos,
En colecciones
18 jun 2009
Instalaciones - Escuela Oficial de Idiomas, Vigo
De lugares universos - Galería Bacelos, 2001
17 jun 2009
Baixo terra I
Baixo terra I
Año 1993. Acrílicos sobre tela, 73 x 73 cm
(catalogado)
colección particular M.C.F.F., Vigo.
Etiquetas:
Acrílicos s/tela,
año 1993,
En colecciones,
Formato pequeño
Fruta
Etiquetas:
Acrílicos s/tela,
año 1985,
En colecciones,
Formato pequeño
Ubicación:
Madrid, España
Mater dolorosa
Mater dolorosa
Año 1986. Acrílicos sobre tela, 81 x 65 cm
(catalogado)
colección particular: P.C.A. Santiago de Compostela.
Etiquetas:
Acrílicos s/tela,
año 1986,
En colecciones,
Formato pequeño
Pascua
Pascua
Año 1987. Acrílicos sobre tela, 81 x 65 cm
(catalogado)
colección particular, Porriño (Pontevedra)
Etiquetas:
Acrílicos s/tela,
año 1987,
En colecciones,
Formato pequeño
Augas de Pena Corneira
Augas de Pena Corneira
Año 1992. Acrílicos sobre tela, 73 x 73 cm
(catalogado)
colección particular, Duseldorf.
Etiquetas:
Acrílicos s/tela,
año 1992,
En colecciones,
Formato pequeño
Terras do Avia
Terras do Avia
Año 1991. Acrílicos sobre tela, 162 x 130 cm
reproducido en el catálogo Amando en Soutomaior.
Etiquetas:
Acrílicos s/tela,
año 1991,
Formato medio
16 jun 2009
Descanso
Descanso
Año 1987. Acrílicos sobre tela, 130 x 130 cm
(catalogado)
colección Instituto Galego de Medicina Técnica, Santiago de Compostela.
Abrir el día
Abrir el día para leerlo y fijar fragmentos.
Recuerdos que transitan el lugar que estoy mirando.
Orografía remirada, hojaldres de la memoria.
Más tiempos que el propio se me evidencias entre pasos cortos, lentos y apenas dirigidos.
Amando
1993
Texto en el catálogo Amando - Instalaciones, Castillo de Soutomaior 1993
Etiquetas:
Acrílicos s/tela,
año 1987,
En colecciones,
Formato medio,
Textos de Amando
15 jun 2009
Polvo de estrellas
Polvo de estrellas
Año 1995
Acrílicos sobre tela, 195 x 130 cm
(catalogado)
Dones, huellas, memoria
Amando concibe su obra como una acción a la intemperie y también en la forma de un viaje hacia el origen que es tachadura. Aguas y flores confundidas en una atmósfera brumosa, formas de un tiempo inasible, sombras de nuevo, que acompañan al creador como último resplandor, testimonio de que es necesario continuar. El lugar cobra densidad, las encrucijadas conducen finalmente hasta una casa, hábitat en el cual el espacio se ha seccionado. Un proceso escultórico en el cual se parte de las superficies bidimensionales , desde las tazas hasta los interiores que se han levantado en medio del paisaje. Junto a la piedra la madera, un lugar que tiene una escala humana mítica: útero materno, nudo, casa. Puede hablarse de una metáfora erótica en la obra de este artista, moviéndose en un territorio fronterizo, tamizando la luz, estableciendo trayectos para el viento. Pero, en ultimo término, no hay una nostalgia de la naturaleza, sino la conciencia de que ésta se encuentra ya estructurada imaginariamente: una poética del espacio sutil, emocionante.
Fernando Castro Flórez
Texto (fragmento) en el catálogo de la exposición MEDIEVO, abril y mayo de 1995, Castillo de Soutomaior, Soutomaior (Pontenvedra), comisariada por Amando González.
Etiquetas:
Acrílicos s/tela,
año 1995,
Formato grande,
Texto Fernando Castro Flórez
El mar es una montaña de agua
El mar es una montaña de agua
(serie Pena Corneira)
Año 1991. Acrílicos sobre tela. 162 x 240 cm.
(catalogado)
El fuego pintor
Los códigos que emite la naturaleza per se están cargados de violencia. El mar es una montaña de agua. La piel de la Tierra traspasada por árboles y rocas; árboles que crecen centrífuga y centrípetamente; y rocas mitad hundidas y mitad sobresalientes. Los caminos, incluso aquellos que pasan por Bizancio y Roma, se dirigen al océano donde el Sol estrella por unos instantes su brillo, no pudiéndose más que contemplar el terrible espectáculo desde la orilla, la última orilla: punto cero de esa mirada instalada desde el origen ya, en la duda. Esa memoria sensorial, apuntando el principio, construida a lo largo de sucesivos infantiles atardeceres mirando el fuego paterno y las sombras que sobre las paredes proyectaba: fijar esas sombras del interior del hábitat. Escuchar con la mirada el frotar de las ramas de los árboles, del agua y de las flores, de las relaciones y las proporciones, de las ausencias momentáneas de sonidos. El fuego pintor en el día y en la noche, sobre el suelo y en las paredes, a la intemperie y también en el interior del primer hábitat (posiblemente circular).
Amando
1995
Texto en el catálogo de la exposición MEDIEVO, abril y mayo de 1995, Castillo de Soutomaior, Soutomaior (Pontenvedra), comisariada por Amando González.
Etiquetas:
Acrílicos s/tela,
año 1991,
Formato grande,
Textos de Amando
Helado de limón
Helado de limón
Año 1984. Acrílicos sobre tela. 116 x 89 cm.
(catalogado)
colección particular D.G. Vigo
Etiquetas:
Acrílicos s/tela,
año 1984,
En colecciones,
Formato medio
Maternidad II
Hábitat III
Hábitat I
Hábitat I
Año 1995. Madera de pino. 280 x 650 x 600 cm.
(Exposición colectiva: MEDIEVO, Castillo de Soutomaior, abril mayo 1995, Soutomaior - Pontevedra)
Las sombras del castillo
(fragmentos del texto)
El castillo aparece como imagen recurrente en el arte occidental, desde las pinturas medievales, en las que simboliza tanto el hogar cuanto la ciudad amurallada, el núcleo de los incipientes burgos. Los pintores lo toman como motivo básico cuando tratan de resolver problemas de volúmenes y perspectivas, caso de las ciudades fortaleza de Giotto y su manera de recurrir a lo que hoy llamamos “espacio caja”.
Poco amigo de los efectos de la pintura gótica o renacentista, pero empeñado en investigar la memoria individual, Amando organiza una muestra [colectiva] en el Castillo de Soutomaior y la titula “Medievo”. Que lo acompañe de “pinturas e instalaciones” debe verse como apéndice explicativo, aparte de confesión devota de fe en los nuevos dictados de la actividad artística, junto a un sano optimismo al defender la vitalidad de la pintura. Nos interesa sin embargo la unión de medievo y castillo, la alusión a otro tiempo, a otra arquitectura. Porque, repasando la lista de los convocados, resulta inevitable destacar la importancia que todos confieren a su relación con un paisaje que terminan transformando en propio.
Distinta es la tensión de la que nacen las pinturas de Amando, definidas generalmente en su gusto en dejarse llevar por lo que pide su práctica; más próximas, sin embargo, son sus instalaciones, cuya dimensión y contundencia explica tanto el sentido energético de la escultura como el fondo pictórico que las anima. En Amando existe una reivindicación de una memoria rural.
Ni existe idea de grupo ni se plantean más afinidades que las emotivas entre los reunidos, que las hay y no se ocultan. “Medievo” ofrece nueve pensamientos a través de un lenguaje defensor como pocos de la espesura, de lo propio, del misterio. Nueve formas de acercarse al castillo: de añadirle sombras, de introducir matices, que no es mal modo de tomarlo. O cuando menos, de tentarlo.
Amando, eje y razón de este “Medievo”, vive momentos particularmente reflexivos. Para un pintor que reafirme su fe en la práctica, en el ejercicio diario de la pintura, enfrentarse a un espacio como el de Soutomaior supone, en su momento, exteriorizar en la práctica el trabajo, abriéndose a perspectivas nunca imaginadas. Las intervenciones realizadas en el jardín del castillo tienen una dimensión renovadora, pero son las huellas que deja el tiempo, las marcas en el césped una vez retiradas las esculturas, las que nos devuelven al pintor que se reafirma en cada paso. Un pintor, por cierto, al que conviene volver, especialmente en tiempos de reajuste y crisis para muchos compañeros de generación.
El mirar de Amando se decanta siempre por un vitalismo de raíz rural, donde el recuerdo de otras vivencias tiene tintes inaugurales.
Miguel Fernández-Cid
Fragmentos del texto de Miguel Fernández-Cid en el catálogo de la exposición MEDIEVO, abril y mayo de 1995, Castillo de Soutomaior, Soutomaior (Pontenvedra), comisariada por Amando González.
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